Por Mario Bórquez Brahm para clubdelperrodemuestra.cl
Hace una buena cantidad de años atrás, iniciándome en esto de los perros de muestra, en un par de salidas que hice con el entonces Pointer Club de Chile observé algo muy particular:
Los perros exhibían extraordinarios niveles de ánimo en la búsqueda e intensidad en la muestra a pesar que no les habían matado prácticamente ninguna perdiz de las que habían trabajado. Su premio, como mucho, era un disparo de salva.
Me preguntaba ¿y cómo es esto, si todos los libros y enseñanzas de los mayores decían que la forma de desarrollar un perro de trabajo era matándole tantas aves como fuera posible?
Bueno, poco a poco descubrí que los métodos y sugerencias del conocimiento de la época contenían también otras profundas equivocaciones, como aquello de los castigos fuertes, de los perros encadenados, de disparar a los perros a cierta distancia para frenar los más impetuosos, del gusto por los perros que «andan cerquita para poder tirar a las perdices que levanten» y muchos más. Pero me estoy alejando del tema principal. Volvamos.
Los perros de élite en el mundo en búsqueda y muestra, los que nos deleitan con las máximas expresiones de lo que podemos sintetizar como ánimo venatorio -los competidores en pruebas de campo, no sólo ingleses sino también continentales y polivalentes- son llevados a cazar mucho menos de lo que esperarían los proponentes de las teorías antiguas.
Recordemos que estos ejemplares son los que van constituyendo las columnas vertebrales de los pedigree en sus respectivas razas.
Claro, no estoy proponiendo que llevemos a cabo toda la educación en búsqueda y muestra de nuestros perros en una cancha de fútbol: Una, dos o cinco perdices en la salida de la mañana son más que saludables.
Planteo, eso sí, que no es necesario matarlas. Basta en mi opinión una o dos de cada cien. Y sine qua non que el perro las haya trabajado perfectamente desde el cuarteo, la toma de emanación, la aproximación, la muestra, la guía.
¿pero a los cachorros? ¿vendrá bien matarles unas cuantas?
Puede que sí. Pero atención: si el cachorro atropella un ave y se la matamos, o nos sale un ave de los pies habiendo sido ignorada o pasada por alto por el cachorro, matándosela estaremos indicándole que hizo bien su trabajo y asentando las bases de conductas indeseables.
Ello sin prescindir que el cachorro tiene que estar completamenente acostumbrado al ruido del disparo de un arma!
Por ello, y porque el adiestramiento de patio muy probablemente no estará concluido, personalmente prefiero trabajar los cachorros en este punto en condiciones más controladas, con aves plantadas, con el perro con una cuerda, con un ayudante que dispare a distancia.
Porque el respeto al vuelo, al disparo y a la caída están en la ruta de desarrollo de un perro de muestra.
¿Y qué hay del ideal quimérico de encontrar campos repletos de perdices?
Puedo entender la razón detrás de esto. Yo también los busco. Pero es distinto un campo con 0.5 a 2 perdices por hectárea con el equivalente doméstico de un gallinero. El primero está bien, el segundo es negativo.
Un componente relevante del trabajo de un perro es la búsqueda. En un campo con más de 20 perdices por hectárea (lo sé, estoy exagerando) el perro tendrá serias dificultades para desplazarse, será bombardeado por emanaciones cuyo origen será difícil de resolver, y probablemente se le producirá un cortocircuito que no podrá administrar correctamente.
Dosificar es la clave. En nuestras salidas de entrenamiento a Noviciado con los drahthaar -donde hemos visto sólo 3 perdices en 3 años, es decir para efectos prácticos no las hay- calculo que en una mañana cubrimos 10 a 20 hectáreas en un par de horas. Yo me daría por más que satisfecho con que Gretel pueda trabajar 2 o 3 perdices en cada salida.
En suma, habida cuenta de las naturales diferencias entre ejemplares, postulo que muchos de los perros que es un disfrute mayor verlos trabajar el campo es porque siempre tuvieron que «ganarse» sus aves.
Los invito concluir este ensayo disfrutando de las siguientes fotos que muestran a perros de distintas razas mostrando intensamente. Noten que, correctamente dearrollados, incluso perros de razas consideradas «lentas», como el perdiguero de burgos, braco italiano y pachón navarro, dan cuenta de muestras de mucha intensidad. Éste no es un atributo reservado a los ingleses.
