Original por superiorpointers.com. Traducción y adaptación por Mario Bórquez Brahm para clubdelperrodemuestra.cl
Bob Wehle (el originador de la línea de pointers «Elhew» en EE.UU.) se lamentó en muchas ocasiones de la declinación de las poblaciones de aves de caza en muchos de sus ambientes históricos en EE.UU. Él principalmente sentía desazón por la drástica caída en los números de codorniz bobwhite, especialmente en los estados sureños del este. Bob observó en 1997 que sólo una familia de codornices podía ser encontrada en su campo en Midway, Alabama, luego de haber censado 54 familias cuando lo compró en 1971.
Como resultado de esas observaciones y reportes de cazadores de todo el país con quienes mantenía correspondencia, él acuñó el término «cazar en seco», consistente en disparar un fogueo sobre un perro de muestra al volar el ave, permitiendo así que ella sea trabajada en otra ocasión nuevamente.
Bob creía –y yo comparto– que el real disfrute de cazar aves está en el rendimiento superior de un perro con estilo y bien logrado, y no en la muerte del ave. Siendo un hábil tirador de skeet, él sostenía que las proezas con la escopeta podían ser mejor demostradas en la cancha de tiro, y que perros intensos, tenaces, estilosos, podían ser desarrollados casi sin matarles aves salvajes.
Muchas de las propuestas de Bob Wehle respecto de «cazar en seco» son innegables. Ciertamente que el éxtasis de observar un gran perro de caza manejar diestramente las aves trae inmensas satisfacciones a la mayoría de los que se aventuran al campo con compañía canina.
Como Bob observó «La esencia de nuestro deporte es disfrutar los perros en la búsqueda y muestra de aves de caza». Para la mayoría, la muerte del ave es casi una decepción. El prospecto de poder trabajar una vez más esa ave en el futuro, o la probabilidad de que se reproduzca al menos una vez más la próxima primavera, es atractivo.
Es innegable que muchas aves de caza permiten preparar ricas comidas, aunque claro no tienen un efecto significativo en el presupuesto familiar de alimentación. Ciertamente un pollo de criadero es una opción más barata, abundante y tan sabrosa.
Como hemos comentado en otro artículo («Construyendo la intensidad en la búsqueda y muestra«) Los perros no necesitan que les maten aves como recompensa, aunque claro está que se benefician de una o dos aves muertas cuando ellos las han trabajado completamente de punta a cabo.
Por el contrario, matar un ave a un perro que la ha atropellado, forzado, que voló por allá lejos o que simplemente nos salió de los pies porque el perro no la detectó, es incentivar en el perro conductas no deseadas.
Tampoco es necesario matar cada ave que un perro trabaje correctamente, como lo prueba el magnífico trabajo de los perros que compiten en pruebas de campo.
La ciencia nos dice que las aves de caza de praderas tienen vidas relativamente cortas, y que su población está principalmente determinada por la calidad del hábitat y por el tiempo. Además, a diferencia de los patos, restringir la caza no genera un efecto acumulativo en las poblaciones.
Sin embargo, si dejar pasar una proporción de las oportunidades de matar aves de pradera pudiera resultar en oportunidades adicionales para tí o para otro, o para aumentar las posibilidades de la población de la próxima temporada, el prospecto parece valer la pena.