Por Mario Bórquez Brahm para clubdelperrodemuestra.cl
Toda la educación de disciplina que aplicamos a nuestros perros puede incidir negativamente en su ímpetu ¿cierto?
Sí.
Y cuando hablamos de perros de muestra, queremos que ni una pizca de su fogosidad quede por ahí perdida en la obediencia ¿cierto?
Piensa de nuevo.
Por cierto no estamos planteando la obediencia como un objetivo en sí mismo y aplicada en un grado tal que hemos apagado en el perro toda su iniciativa. Es una cosa de gradualidad.
Un perro de muestra debe ser obediente
La obediencia de un perro de muestra es un aspecto fundamental del trabajo del perro en el campo: Si finalmente el perro no acude al llamado, o habiendo volado el ave luego de una bella muestra, sale persiguiéndola hasta la próxima provincia, atropellando todas las otras aves que pudiera haber y desdeñando nuestras llamadas, estamos renunciando a mucho del placer de salir con nuestros perros al campo, tolerando que cace para sí mismo, pasando rabias y teniendo pensamientos terroríficos respecto de su continuidad vital.
Paso a paso
Vistas las barreras de lenguaje entre el conductor y el perro, que los perros son seres incapaces de hacer abstracciones y que queremos que no se dé cuenta que estamos aplicando control, es que debemos instalar y graduar el dominio desde inocentes juegos cuando tiene 3 meses, luego a andar correctamente con la correa, sentarse, a reconocer el pito (aprovechando el gran incentivo de trocitos de hígado u otra golosina prudentemente administrados). Los reconocimientos expresados en el tono de voz, en las caricias, son también buenos ingredientes.
Todos estos ejercicios iniciales –la educación de patio– van formando las bases del futuro trabajo de campo, en que el perro verá destaparse toda la fogosidad que tiene dentro, encauzada en las fronteras del control que hemos venido enseñándole.
El respeto al vuelo
La muestra es la contracción física y mental que precede el abalanzarse sobre la presa. En algunos casos felina, en otras imponente, en poses inverosímiles, de contorsión, como quiera que la emanación haya encontrado al perro. Pero siempre estática.
Cuando el ave vuela, ¿cómo le «decimos» al perro que no la persiga? Como siempre, habiéndole enseñado la voz «quieto» en condiciones controladas. La mesa de entrenamiento es un excelente auxiliar durante la semana en la casa. Las jaulas lanzadoras son útiles por cuanto podemos controlar cuándo el ave volará.
Inicialmente podemos usar una cuerda que impida al perro correr detrás del ave. Ésta debe ser liviana, delgada (paracord 550 es fantástica), de unos 20-30 metros. Hazle un asa cómoda y/o usa guantes.
¿Respeto al pelo?
Incluso los perros polivalentes a los que se les pide rastrear liebres vivas, es importante el control sobre perseguir una liebre u otra pieza de pelo.
Y aplica el mismo principio: a un perro que ya sabe el respeto al vuelo, atado con la cuerda delgada, le soltamos un conejo por delante. Si se lanza en persecución a pesar de haberle dado el comando quieto, se pegará un tirón importante al llegar al final de la cuerda (puede quedar mirando para el otro lado). Créeme que luego de 3 o 4 tirones aprenderá, pero no te confíes y repite hasta que sea infalible con o sin la cuerda.
¿El respeto al tiro? ¿y a la caída del ave?
Vamos por parte. Logremos objetivos. Saltarse pasos o apurarse a la siguiente etapa antes de tener completamente lograda una destreza es comprarse un despeñadero.
El respeto al tiro y a la caída deben ser iniciados cuando el perro es infalible en respeto al vuelo. La palabra que uses para dar el comando da lo mismo, pero siempre usa la misma.
Por seguridad y control, deja a otro la tarea de efectuar el disparo y concéntrate en el perro.
La técnica para que el perro respete el tiro y la caída del ave es la misma que la usada para el respeto al pelo.