Por Emilio Meneses C., D.Phil. (Oxon) para clubdelperrodemuestra.cl
La variedad de aplicaciones de la escopeta doble de cacería ha hecho que surgieran un buen número de tipos y conformaciones en el último siglo y medio. Tenemos la pichoneras, tortoleras, faisaneras, perdigueras, pateras, etc. Sin considerar que los diversos calibres ofrecen también cierta especialización adicional como, por ejemplo, las del 10 para liebres, avutardas y gansos; las del 12 y 16 para faisanes, patos, conejos, perdices, taguas y otras aves menores cuando la distancia lo exige. Los calibres o trochas menores (20, 24 y 28) son más bien para el especialista dedicado que los prefiere en perdices, tórtolas, becacinas, becadas, mirlos y zorzales, cuando la norma lo permite. No olvidamos las del 32 y 36, que las emplean los principiantes y también, en el pasado, los colectores de especímenes requeridos para la investigación y los museos.
Esta vez nos concentraremos en la escopeta doble requerida para cazar caminando, modalidad que los hispanos llaman “al salto”, los británicos denominan “rough shooting” y los norteamericanos califican como “upland hunting”. Los requerimientos del instrumento son que ésta sea rápida para adquirir el blanco, liviana para llevarla bastante tiempo y cómoda de portar con ambas manos. Las presas buscadas en esta forma de cazar son aves y pequeños mamíferos que saltan repentinamente en el curso de la senda del cazador o eventualmente son mostrados por su perro y luego aventados para disparar al vuelo o en carrera.
De los tipos de escopeta que contamos para esto tenemos la monocañón de carril, la superpuesta y la yuxtapuesta. Esta última sería la más indicada para la modalidad que nos ocupa. Los expertos indican que su amplio plano horizontal, generado por los dos cañones yuxtapuestos, permite adquirir de mejor manera un blanco que emerge del suelo y se destaca en el cielo o avanza por la superficie. La velocidad para conectar con la presa es crítica, porque el ave o el mamífero se alejan rápidamente. Esto hace que el balance deseable en la escopeta sea lo más cercano a los gatillos, esto es, inclinado hacia la parte trasera del arma.
Los conocedores recomiendan que la escopeta de porte o al salto se equilibre en el eje de quiebre o levemente detrás del mismo, haciendo que los cañones se sientan livianos y respondan rápidamente al alzarlos. Una manera de conseguir esto es que ellos sean relativamente cortos, de 70 cms. (27,5 pulgadas) o menos; idealmente de 66 cms. (26 pulgadas), aunque cuán cortos sean dependerá también del físico del tirador. La escopeta es una extensión ergonómica de quien la porta, a mayor porte/peso del cazador se recomienda más largo de cañón y de culata, por ende más peso de la escopeta, idealmente concentrando no menos de un 66% entre sus manos .
En síntesis, una escopeta para cazar caminando debería ser relativamente liviana para no cansar al usuario; de rápida respuesta al esfuerzo debido a su bajo momento de inercia (MDI) y su balance tras el eje; fácil de llevar, es decir con empuñadura recta para no forzar la muñeca del brazo disparador. Finalmente, que sea yuxtapuesta para adquirir fácilmente el blanco gracias a su ancho plano horizontal, que ofrece un amplio barrido ocular y que permite también una rápida apertura de la báscula (menor ángulo de quiebre), para una recarga expedita en situaciones de campo imprevistas.
Existen otras características deseables en un arma de esta especialidad. Aterrizando aún más las especificaciones para este instrumento de campo, podríamos indicar que su rango deseable de calibres va del 12 al 28, dependiendo de las presas buscadas y también del físico y edad del cazador. Con los años, el deportista prudente va inclinando su preferencia por calibres menores.
El peso de la escopeta de caminata es crítico. Dicho peso tiene que ser consonante con su calibre, su balance y longitud total. Así, tenemos que tener presente que, para esta modalidad, las escopetas del 12 no debieran sobrepasar los 3000 gramos, con cargas de 30 gramos (respetando la vieja regla de 100:1); las del 16 llegan a los 2800 gramos con cargas de hasta 28 gramos; las del 20 con 26 gramos de perdigones y 2600 gramos de peso y las del 28 con un mínimo de 2400 gramos con cargas no mayores de 24 gramos. En general escopetas con menos de 2,4-2,5 kilogramos son difíciles de controlar para un tirador de físico promedio. Demás está indicar que estos criterios de peso/carga no son necesariamente válidos para otras especialidades de cacería o deporte.
Con estos calibres y munición es perfectamente posible de usar esta arma con confianza en un amplio conjunto de presas de pluma y pelo. Podemos abarcar desde la liebre y el faisán en un extremo hasta la becacina (hoy en veda) en el otro, pasado por el conejo, la perdiz, y la codorniz, o el zorzal y el mirlo si se presentan.
Hay cualidades muy deseables en la yuxtapuesta de porte, sin perjuicio que estén presentes en escopetas de otras finalidades. Deben tener chokes (estrechamiento de salida) distintos en cada cañón, para optimizar tiros a corta distancia con un cañón (usualmente el derecho) y otro para larga distancia (izquierdo). Combinaciones de ½ y Full de choke son comunes, aunque los expertos consideran que son preferibles rangos más amplios como ¼ y Full o más abiertos como 0 y ½. Por otro lado, los gatillos dobles son claramente preferibles a los monogatillos, por cuanto permiten una instantánea selección dependiendo de la distancia a que se realizará el disparo. Un cazador debidamente familiarizado responde mucho más rápido con un par de disparadores a la súbita emergencia de una presa que con un moderno monogatillo selectivo. También, el diseño de culata debe permitir que los cañones queden levemente orientados hacia arriba ya que en esta especialidad se espera que las presas en movimiento se eleven/avancen más rápido que el movimiento del arma (en otras palabras, el tirador debe “ver” un trecho de banda al encarar).
No elaboraremos mucho sobre el seguro de disparador (automático o manual) por cuanto es una necesidad incuestionable en todas las escopetas de cacería salvo las de perrillos (martillos a la vista), siendo deseable que se ubique sobre la empuñadura para operarlo velozmente al momento de alzar el arma. Otras características son deseables, pero no mandatorias, como una banda cóncava entre los cañones para evitar el reflejo, escopetas más antiguas o contemporáneas más finas usan bandas picadas curvas. Un disparador delantero articulado es de buen tono, para evitar roces molestos al dedo índice cuando se opera el gatillo trasero. Un filete en el lado derecho del guardamonte (o izquierdo en la escopeta de zurdos) para evitar roces o raspaduras en el dedo disparador también es bienvenido. Estas propiedades son señales de buena calidad en el arma y son apreciadas por los conocedores.
Por otra parte, los indicadores táctiles de tiro son prácticos para quienes olvidan si han recargado o no su escopeta en un momento de confusión en la cacería. Aunque hoy están en franca retirada, las encontramos en las armas tradicionales alemanas y algunas finas de llave lateral, y sin duda constituyen un accesorio conveniente. Otras características más refinadas incluyen los doble seguros de martillo, los percutores encamisados y los escapes laterales de gases; sólo las escopetas de alta gama los traen, sea en sus versiones de llaves laterales o mecanismos de caja; constituyen hoy día más un índice de sofisticación tanto como medidas de seguridad. Porque, con los métodos actuales de fabricación de acciones y los tiros modernos, parecen cada vez menos necesarios.
Finalmente, una empuñadura recta, también llamada culata recta o inglesa, constituye definitivamente una ventaja por sobre la de pistola (pistolet), puesto que ésta última tensiona innecesariamente la muñeca del brazo que dispara, durante el largo tiempo que la escopeta de porte es llevada con las dos manos mientras se camina atento o se espera en preparación para un eventual tiro.
En definitiva, los requerimientos son una escopeta con que se camina bastante y se dispara poco, que es la extensión funcional de la anatomía del cazador, que responde pronta al impulso del disparo intuitivo, que es segura y confiable para el usuario y sus acompañantes. Ninguna es mejor entonces que la tradicional yuxtapuesta que emergió en los campos europeos y americanos a fines del siglo XIX.
Terminamos estas líneas citando a Gene Hill y Richard Grozik, dos conocidos autores de la literatura de cacería de pluma en los Estados Unidos. El primero con su aclamado libro “Shotgunners´ Notebook” y el segundo con la influyente obra “Game Gun”. Ambos concluyen que la mejor arma indicada para la cacería de caminata es la yuxtapuesta con cañones y báscula construidos alrededor de una culata recta que calce bien al tirador y suficientemente liviana y balanceada para no cansar y adquirir rápidamente el blanco en movimiento. En la opinión de ellos la escopeta que mejor resume esas cualidades es hoy día la ignorada y olvidada de calibre 16.